Oriah // Mountain Dreamer
(La invitación)
Del libro “La invitación” 1999
Oriah // Mountain Dreamer
(La invitación)
Del libro “La invitación” 1999
Imaginate sin miedo…
¡Sin una pizca de miedo!
Imagínate centrado: tu emoción equilibrada…
Imagínate sin juicios: ni correcto ni incorrecto,
sin vanidades ni apegos…
¡La dualidad superada!
Imagínate soltando lo que ya no te refleja,
Imagínate dejando muy atrás tu yo anterior,
Imagínate avanzando hacia una nueva conciencia,
que te anticipa vislumbres de una vida superior.
Imagínate Presente…¡completamente Presente!
Imagínate en el centro del péndulo y su vaivén,
Imagínate sereno, caminando entre la gente,
Relajado… imperturbable… más allá del mal y el bien.
Imagínate viajando muy lejos dentro de ti,
hasta hallar, estremecido, la pura alegría de Ser…
y una…y otra…y otra vez…, retornando siempre allí,
para sentir esa paz que no se puede entender…
Desde esa calma insondable…
Desde ese amor que libera…
Desde esa dulce inocencia…
Sabrás sin contradicción,
que la dicha nunca nace de las cosas de allí afuera,
que siempre, invariablemente…
¡Procede del corazón!
Jorge Oyhanarte ~
YO LIBERO…
Libero a mis padres de la sensación de que han fallado conmigo.
Libero a mis hijos de la necesidad de traer orgullo para mí, que puedan escribir sus propios caminos de acuerdo con sus corazones, que susurran todo el tiempo en sus oídos.
Libero a mi pareja de la obligación de completarme. No me falta nada, aprendo con todos los seres todo el tiempo.
Agradezco a mis abuelos y antepasados que se reunieron para que hoy respire la vida.
Los libero de las fallas del pasado y de los deseos que no cumplieron, conscientes de que hicieron lo mejor que pudieron para resolver sus situaciones dentro de la conciencia que tenían en aquel momento.
Los honro, los amo y reconozco inocentes.
Me desnudo el alma delante de sus ojos, por eso ellos saben que yo no escondo ni debo nada, más que ser fiel a mí mismo/a y a mi propia existencia que, caminando con la sabiduría del corazón, soy consciente de que cumplo mi proyecto de vida, libre de lealtades familiares invisibles y visibles que puedan perturbar mi paz y felicidad, que son mis únicas responsabilidades.
Renuncio al papel de salvador/a, de ser aquel/la que une o cumple las expectativas de los demás.
Aprendiendo a través y sólo a través del amor, bendigo mi esencia, mi manera de expresar, aunque alguien no me pueda entender.
Me entiendo a mí mismo/a, porque sólo yo viví y experimenté mi historia; porque me conozco, sé quién soy, lo que siento, lo que hago y por qué lo hago.
Me respeto y me apruebo.
Yo honro la Divinidad en mí y en ti. Somos libres.
(Antigua bendición Nahuatl, escrita en el siglo VII en la región central de México, que trata de perdón, cariño, desapego y liberación.)
Fuente: web ~
La muerte no es nada, sólo he pasado a la habitación de al lado. Yo soy yo, ustedes son ustedes. Lo que somos unos para los otros seguimos siéndolo. Denme el nombre que siempre me han dado. Hablen de mí como siempre lo han hecho. No usen un tono diferente. No tomen un aire solemne y triste. Sigan riendo de lo que nos hacía reír juntos. Recen sonrían, piensen en mí. Que mi nombre sea pronunciado como siempre lo ha sido, sin énfasis de ninguna clase, sin señal de sombra. La vida es lo que siempre ha sido. El hilo no se ha cortado. ¿Por qué estaría yo fuera de vuestra mente? ¿Simplemente porque estoy fuera de vuestra vista? Los espero; No estoy lejos, sólo al otro lado del camino…
No llores si me amas,
Si conocieras el don de Dios y lo que es el cielo!
Si pudieras oír el cántico de los ángeles y verme en medio de ellos!
Si pudieras ver desarrollarse ante tus ojos los horizontes, los campos y los nuevos senderos que atravieso!
Si por un instante pudieras contemplar como yo, la belleza ante la cual la belleza palidece!
Tú me has visto, y me has amado en el país de las sombras y ¿no te resignas a verme y amarme en el país de inmutables realidades?
Créeme, cuando la muerte venga a romper las ligaduras, como ha roto las que a mí me encadenaban, cuando llegue el día que Dios ha fijado y conoce, y tu alma venga a este cielo en que te ha precedido la mía, ese día volverás a verme, sentirás que te sigo amando, que te amé y encontrarás mi corazón con todas sus ternuras purificadas.
Volverás a verme en transfiguración, en éxtasis, ¡feliz!
Ya no esperando la muerte, sino avanzando contigo, que te llevaré de la mano por senderos nuevos de luz y de vida… ¡enjuga tu llanto y no llores si me amas!
San Agustín ~
Foto: Santuario de Nuestra Señora de Lourdes – Francia
Deja que las cosas se rompan, deja de esforzarte por mantenerlas pegadas.
Deja que la gente se enoje.
Deja que te critiquen, su reacción no es tu problema.
Deja que todo se derrumbe, y no te preocupes por el después.
¿A dónde iré?
¿Qué voy a hacer?
Nadie se ha perdido nunca por el camino, nadie se quedó sin refugio.
Lo que está destinado a irse se irá de todos modos.
Lo que tenga que quedarse, seguirá siendo.
Demasiado esfuerzo, nunca es buena señal, demasiado esfuerzo es signo de conflicto con el universo.
Relaciones
Trabajos
Casa
Amigos y grandes amores…
Entrega todo a la Tierra y al Cielo, riega cuando puedas, reza y baila pero luego, deja que florezca lo que debe y que las hojas secas se arranquen solas.
Lo que se va, siempre deja espacio para algo nuevo: son las leyes universales.
Y nunca pienses que ya no hay nada bueno para ti, solo que tienes que dejar de contener lo que hay que dejar ir.
Solo cuando tu viaje termine, entonces terminarán las posibilidades, pero hasta ese momento, deja que todo se derrumbe, deja ir, déjalo ser…
Desconozco autor ~
Andrius Kovelinas Art ~
👉RECUERDA:
No dejes de sembrar cosas buenas…
Alguien siempre recogerá tu siembra….
En una aldea pequeña, hace muchos años, vivía un campesino junto a su único hijo. Los dos se pasaban las horas cultivando el campo sin más ayuda que la fuerza de sus manos. Se trataba de un trabajo muy duro, pero se enfrentaban a él con buen humor y nunca se quejaban de su suerte.
Un día, un precioso caballo negro salvaje bajó las montañas galopando y entró en su granja atraído por el olor a comida. Descubrió que el establo estaba repleto de heno, zanahorias y brotes de alfalfa, así que ni corto ni perezoso, se puso a comer.
El joven hijo del campesino lo vio y pensó:
– ¡Qué animal tan fabuloso! ¡Podría servirnos de gran ayuda en las labores de labranza!
Sin dudarlo, corrió hacia la puerta del cercado y la cerró para que no pudiera escapar.
En pocas horas la noticia se extendió por el pueblo. Muchos vecinos se acercaron a felicitar a los granjeros por su buena fortuna ¡No se encontraba un caballo como ese todos los días!
El alcalde, que iba en la comitiva, abrazó con afecto al viejo campesino y le susurró al oído:
– Tienes un precioso caballo que no te ha costado ni una moneda… ¡Menudo regalo de la naturaleza! ¡A eso le llamo yo tener buena suerte!
El hombre, sin inmutarse, respondió:
– ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? … ¡Quién sabe!
Los vecinos se miraron y no entendieron a qué venían esas palabras ¿Acaso no tenía claro que era un tipo afortunado? Un poco extrañados, se fueron por donde habían venido.
A la mañana siguiente, cuando el labrador y su hijo se levantaron, descubrieron que el brioso caballo ya no estaba. Había conseguido saltar la cerca y regresar a las montañas. La gente del pueblo, consternada por la noticia, acudió de nuevo a casa del granjero.
Uno de ellos, habló en nombre de todos.
– Venimos a decirte que lamentamos muchísimo lo que ha sucedido. Es una pena que el caballo se haya escapado ¡Qué mala suerte!
Una vez más, el hombre respondió sin torcer el gesto y mirando al vacío.
– ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? … ¡Quién sabe!
Todos se quedaron pensativos intentando comprender qué había querido decir de nuevo con esa frase tan ambigua, pero ninguno preguntó nada por miedo a quedar mal.
Pasaron unos días y el caballo regresó, pero esta vez no venía solo sino acompañado de otros miembros de la manada entre los que había varias yeguas y un par de potrillos. Un niño que andaba por allí cerca se quedó pasmado ante el bello espectáculo y después, muy emocionado, fue a avisar a todo el mundo.
Muchísimos curiosos acudieron en tropel a casa del campesino para felicitarle, pero su actitud les defraudó; a pesar de que lo que estaba ocurriendo era algo insólito, él mantenía una calma asombrosa, como si no hubiera pasado nada.
Una mujer se atrevió a levantar la voz:
– ¿Cómo es posible que estés tan tranquilo? No sólo has recuperado tu caballo, sino que ahora tienes muchos más. Podrás venderlos y hacerte rico ¡Y todo sin mover un dedo! ¡Pero qué buena suerte tienes!
Una vez más, el hombre suspiró y contestó con su tono apagado de siempre:
– ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? … ¡Quién sabe!
Desde luego, pensaban todos, su comportamiento era anormal y sólo le encontraban una explicación: o era un tipo muy raro o no estaba bien de la cabeza ¿Acaso no se daba cuenta de lo afortunado que era?
Pasaron unas cuantas jornadas y el hijo del campesino decidió que había llegado la hora de domar a los caballos. Al fin y al cabo eran animales salvajes y los compradores sólo pujarían por ellos si los entregaba completamente dóciles.
Para empezar, eligió una yegua que parecía muy mansa. Desgraciadamente, se equivocó. En cuanto se sentó sobre ella, la jaca levantó las patas delanteras y de un golpe seco le tiró al suelo. El joven gritó de dolor y notó un crujido en el hueso de su rodilla derecha.
No quedó más remedio que llamar al doctor y la noticia corrió como la pólvora. Minutos después, decenas de cotillas se plantaron otra vez allí para enterarse bien de lo que había sucedido. El médico inmovilizó la pierna rota del chico y comunicó al padre que tendría que permanecer un mes en reposo sin moverse de la cama.
El panadero, que había salido disparado de su obrador sin ni siquiera quitarse el delantal manchado de harina, se adelantó unos pasos y le dijo al campesino:
– ¡Cuánto lo sentimos por tu hijo! ¡Menuda desgracia, qué mala suerte ha tenido el pobrecillo!
Cómo no, la respuesta fue clara:
– ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? … ¡Quién sabe!
Los vecinos ya no sabían qué pensar ¡Qué hombre tan extraño!
El chico estuvo convaleciente en la cama muchos días y sin poder hacer nada más que mirar por la ventana y leer algún que otro libro. Se sentía más aburrido que un pingüino en el desierto pero si quería curarse, tenía que acatar los consejos del doctor.
Una tarde que estaba medio dormido dejando pasar las horas, entró por sorpresa el ejército en el pueblo. Había estallado la guerra en el país y necesitaban reclutar muchachos mayores de dieciocho años para ir a luchar contra los enemigos. Un grupo de soldados se dedicó a ir casa por casa y como era de esperar, también llamaron a la del campesino.
– Usted tiene un hijo de veinte años y tiene la obligación de unirse a las tropas ¡Estamos en guerra y debe luchar como un hombre valiente al servicio de la nación!
El anciano les invitó a pasar y les condujo a la habitación donde estaba el enfermo. Los soldados, al ver que el chico tenía el cuerpo lleno de magulladuras y la pierna vendada hasta la cintura, se dieron cuenta de que estaba incapacitado para ir a la guerra; a regañadientes, escribieron un informe que le libraba de prestar el servicio y continuaron su camino.
Muchos vecinos se acercaron, una vez más, a casa del granjero. Uno de ellos, exclamó:
– Estamos destrozados porque nuestros hijos han tenido que alistarse al ejército y van camino de la guerra. Quizá jamás les volvamos a ver, pero en cambio, tu hijo se ha salvado ¡Qué buena suerte tenéis!
¿Sabes qué respondió el granjero?…
– ¿Buena suerte? ¿Mala suerte? … ¡Quién sabe!
Adaptación de un antiguo cuento chino.
Se trata de una antigua bendición irlandesa, de autor anónimo, aunque la tradición la atribuye al mismo San Patricio.~
ABUELA, ¿CÓMO SE AFRONTA EL DOLOR?
«Con las manos, cariño. Si lo haces con la mente, en lugar de aliviar el dolor, éste se endurece aún más».
«¿Con las manos abuela?»
«Sí. Nuestras manos son las antenas de nuestra alma. Si las mueves tejiendo, cocinando, pintando, jugando o hundiéndolas en la tierra, envías señales de cuidado a la parte más profunda de ti. Y tu alma se ilumina, porque le estás prestando atención. Entonces las señales del dolor ya no serán necesarias».
«¿Las manos son realmente tan importantes?»
«Sí, hijo/a mío/a. Piensa en los bebés: comienzan a conocer el mundo, gracias al toque de sus pequeñas manos. Si miras las manos de los viejos, te cuentan más sobre su vida que cualquier otra parte del cuerpo. Todo lo que se hace a mano, se dice que está hecho con el corazón. Porque es realmente así: las manos y el corazón están conectados. Los masajistas lo saben bien: cuando tocan el cuerpo de otra persona con sus manos, crean una conexión profunda. Es precisamente a partir de esta conexión que llega la curación. Piensa en los amantes: cuando se tocan las manos, hacen el amor de una manera más sublime».
«Mis manos abuela … ¡cuánto tiempo no las he usado así!»
«Muévelas, mi amor, comienza a crear con ellas y todo dentro de ti se moverá. El dolor no pasará. Y en cambio lo que hagas con ellas, se convertirá en la obra maestra más hermosa. Y ya no dolerá más. Porque habrás sido capaz de transformar su esencia».
Elena Bernabé ~